El periódico El Diario de Avisos publicó el pasado sábado día 20 de noviembre de 2010 el siguiente artículo: “In memoriam del hermano Félix“:
Por una nota necrológica del DIARIO DE AVISOS del jueves 15 de abril he tenido conocimiento del fallecimiento del hermano Félix, famoso educador del Colegio de La Salle de San Ildefonso, de Santa Cruz de Tenerife.
Como quiera que fui alumno suyo en los cursos 1961-62 y 1962-63, quisiera, mediante esta nota, expresar mi agradecimiento más profundo a su extraordinario magisterio. Debo decir que yo procedía de La Laguna, donde había cursado el Bachillerato Elemental en el Colegio Nava de La Salle y que gracias al hermano Bernardino cursé el Superior en San Ildefonso en los años mencionados.
Éramos un grupo de siete u ocho alumnos los que cursábamos el Bachillerato de Letras, en 5º B, bajo la responsabilidad del famoso hermano Juan. De ese grupo recuerdo los nombres de Moisés Pérez Pérez, Luis Suárez (ambos oriundos de Gran Canaria) y Eligio Hernández (natural de la isla de El Hierro). Todo el grupo de Letras recibía clases de Latín y Griego a cargo del hermano Félix, y es en esa faceta en la que quiero insistir.
Debo reconocer con absoluta sinceridad que él me inculcó fervientemente la inclinación por la lengua griega, sirviéndose para su docencia de una Gramática griega, editada por Ediciones Bruño (Madrid, 1955) para los cursos 5º y 6º del Bachillerato del Plan de 1957. Luego supe que el autor de esa gramática era el propio hermano Félix. A lo largo de mi vida académica he conocido y manejado infinidad de gramáticas griegas para los primeros cursos de aprendizaje del griego antiguo, pero he de reconocer que como la del hermano Félix no he vuelto a encontrar ninguna.
Posiblemente la de Jaime Berenguer Amenós, muy conocida igualmente, sea la que más se le aproxime. Pero es que con la Gramática del hermano Félix, explicada en dos años, empezando por el alfabeto griego y terminando con la sintaxis de las oraciones de relativo, dejábamos el Bachillerato Superior traduciendo textos de Platón, Lisias, Demóstenes, Jenofonte, etcétera, cosa que hoy no se consigue ni de lejos. Posteriormente he tenido otros profesores de Griego, también muy memorables, como Eudoxio Hernández (en el Curso de PREU del Instituto Cabrera Pinto de La Laguna) o Gregorio Hernáez (en los dos Cursos de Comunes en la Universidad de La Laguna), hasta llegar a Madrid en el Curso 1966-67 para iniciar mi Licenciatura de Filología Clásica, que terminé en 1969.
Siempre he dicho que quienes introdujeron en mí el "veneno" del griego fueron el hermano Félix y Eudoxio Hernández, cada uno con su estilo y pedagogía. No podré agradecer suficientemente a ambos el que supieran sembrar en mí la semilla, que con los años habría de culminar como helenista de la Universidad Complutense de Madrid. Procediendo de una familia lagunera tan humilde como la mía, fue gracias a los hermanos de La Salle que recibí una educación que me permitiría con el tiempo y mi esfuerzo personal llegar a las cotas más altas de la Universidad española. Por todo ello reitero mi más sincero agradecimiento a todos esos hermanos de la Salle que tuve como profesores (el hermano Bernardino, el hermano Marcelino, el hermano Juan, etcétera) y muy especialmente al hermano Félix. ¡Que descanse en paz!
*Catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid